lunes, 9 de marzo de 2009

El ministro de defensa de Colombia, Juan Manuel Santos, hace méritos para conseguir la venia de Washington

La presidencia es el fin reconocido de Juan Manuel Santos, pero su jefe, Álvaro Uribe, no termina de sincerar sus propósitos de reelección. En un momento decisivo para Santos, donde puede catapultarse o quedar tendido en el asfalto de la política, el ministro luce exasperado, buscando figuración a toda costa. Brinca la cuerda tensa de la seguridad nacional, agrede a los países vecinos y quisiera remojar en ácido sulfúrico a sus contendientes. Con poco tiempo para renunciar al ministerio sin inhabilitarse y ávido de espectáculos mediáticos que lo reencauchen, Santos es un peligro andante para el país y la región.
Entre las amenazas más preocupantes para Venezuela y Latinoamérica, está Colombia, gobernada por una oligarquía cipaya al servicio de Washington. El peón más servil del imperio en Nuestra América es sin dudas el ministro de guerra de Colombia, Juan Manuel Santos.

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